Casa del Armiño
“Mansión de la Familia del Greco”
Mansión de la familia del Greco
Este magnífico inmueble está situado el Barrio de San Román, que limita con la antigua judería de la Alacava. En la Edad Media, el área judía de la ciudad de Toledo estaba dividida en dos zonas claramente identificadas; de ellas, el Arrabal principal, era el que lindaba con San Román.
La judería organizada así, existía desde el s.X, época aún andalusí en la que la convivencia de “Las tres Culturas” de la que tanto se ha hablado, fue mejor que en siglos posteriores.
Por su parte en el barrio de San Román se situaron, siglos más adelante, los Palacios de la nobleza toledana, así como los conventos que crecían a partir de grandes inmuebles cedidos a las órdenes religiosas por esas familias. Era esta iglesia, el templo católico más importante del momento.
Por tanto, la ubicación de esta casa nos habla ya de su importancia en ambos momentos históricos. No es baladí el hecho de que la torre de la Iglesia de San Román apoye en el punto geográfico más alto de la ciudad (dos metros más que el siguiente en altura que es la base del alcázar)
La leyenda cuenta que esta casa perteneció a la Dama del Armiño (la obra del Greco que da nombre a esta mansión) y que fue por tanto propiedad de la familia del Greco. Hay un hilo conductor que nos llevará a entenderlo, pero para ello primero, hay que dar un paseo por su historia.
Este impresionante inmueble que hoy vemos, es la conjunción de tres fincas diferentes que se unieron a lo largo del tiempo. La inicial, habría sido un palacio árabe de época nazarí, a juzgar por los importantes vestigios que se conservan, entre ellos las yeserías en diferentes puntos y fundamentalmente en el impresionante arco que une el salón principal con la entrada actual.
Estas yeserías recuerdan a algunas de la Alhambra de Granada según Martínez Caviró (1980) y entre ellas, se pueden leer alabanzas a Alá por sus beneficios. En el arco, hay una cita que se podría traducir como “Remisión cumplida”, escrita con caligrafía cúfica, la más antigua de las árabes. También observamos, ahora en signos nasjí, la siguiente leyenda: “ la felicidad y la prosperidad para mí”, salutación muy presente en la epigrafía mudéjar de Toledo (Amador de los Ríos, 1905). El estilo nasjí fue estandarizado en el s.X por Ibn Muqla y popularizado en los s. XI,XII y XIII por los escribas. Recordemos que la reconquista de Toledo se produce en el s. XI (año 1.085) pero aún permanecieron muchas familias árabes viviendo en la ciudad hasta la expulsión, en 1492, por parte de los Reyes Católicos, de aquellos que no se convirtieron al cristianismo.
Avanzando en el tiempo, encontramos que el alfarje que decora el salón principal y le dota de una belleza admirable, es de finales del s.XIII, principios del XIV; posee decoraciones geométricas que proceden del mundo almohade; este arte se puso de moda en 1130-1269 y es el que en ese momento se estaba realizando en los palacios de Sevilla.
Llegando al s. XV, la mansión podría haber estado en manos de la familia Melo, descendientes de Cristóbal Colón, según un artículo de la revista “Toledo” publicado en 1899. Los Melo tuvieron puestos muy destacados y cercanos a la realeza española; Diego Colón de Melo, fue Almirante Mayor, Virrey y Gobernador perpetuo de las Indias y Tierra Firme, así como gobernador de La Española. Murió en 1526 en la cercana población a Toledo de La Puebla de Montalbán (Nieto, 1952)
En el s. XVI y según el estudio que J. Porres hace del Memorial de Hurtado de Toledo de 1576 el inmueble sería “la casona solariega” que este último autor describe y que fue propiedad de D. Gutierre López de Padilla, hermano de Juan de Padilla, cabeza de la rebelión comunera. Fue D. Gutierre, según la Real Academia de Historia, Mayordomo de Felipe II, lo que le permitió acompañarle por su periplo a través de todo el continente, además de Consejero de Estado y Guerra, Consejero de Hacienda y Contador Mayor de Hacienda e Indias. A pesar de la desventaja en la que su hermano había posicionado a la familia, él supo labrarse un importante puesto al lado del monarca.
A finales del s. XVII, principios del XVIII la casa habría pasado a ser del Duque de Béjar, según el historiador y arqueólogo Amadeo de los Ríos (1905) y Martínez Caviró (1980) que expresa como la Casa del Armiño fue el antiguo palacio del Duque de Béjar.
Posteriormente, la finca es abandonada hasta 1899, año en el que García Alejo, la adquiere. Según la revista “Toledo” de mayo de ese mismo año, Alejo la había derribado (por encontrarse en un estado deplorable) conservando por suerte muchos elementos de valor patrimonial como algunas zapatas y ménsulas que se atribuyeron a Berruguete y que pueden observarse en la fotografía del dibujo de D. José Vera que apareció en la plana 6 del número 5 de 8 de mayo de 1899 de la citada revista, en la que, por otro lado, puede apreciarse con claridad el arco aún existente en la casa.
Años más tarde, J. Porres pondría nombre a García Alejo: Daniel. En 1905 Alejo construye y diseña, entre los restos del palacio mudéjar, un jardín Romántico Rusquiniano, con esos elementos en ruinas que tanto caracterizan este estilo y que estuvieron muy en boga en la época; este jardín perduró hasta los años 60.
Convivió el jardín con los lavaderos públicos que allí se habían instalado a mediados del s. XIX y que aparecen reflejados en algunos documentos y obras de arte como la pintura de Ricardo Arredondo, “La Casa de los Lavaderos” que muestra la imagen del inmueble en esa época o la obra “Calles de Toledo” de J. Porres, que describe cómo a “El jardín del Armiño” se le acostumbraba a llamar “Casa de los Lavaderos”. Estos lavaderos permanecieron allí hasta bien entrado el s. XX.
Todo en esta finca habla de la grandeza de su arquitectura y el nivel social de sus moradores a lo largo de los siglos. J. Aguado y R. Aguado, en su artículo “Un comentario sobre los clavos decorativos de la puerta de la Casa del Armiño”, explican que la entrada actual es del s. XIX y la puerta posee unos clavos de época renacentista, únicos en la ciudad de Toledo, entre otras características por ser troquelados y de cobre, cuando en Toledo se realizaban generalmente en forja de hierro. Igualmente, la base de los clavos posee figuras de ángeles y delfines que tiene tal y como se hace en el Renacimiento, su fuente en el Imperio Romano.
Otro dato interesante que leemos en este trabajo, es que sobre la puerta de entrada, se pueden observar tres copas decorativas realizadas en arcilla vidriada en blanco, probablemente provenientes del Alfar Montoya (s.XIX).
La casa después de convertirse en lavaderos es abandonada y muchos intelectuales toledanos, varios de ellos citados en este texto, escribieron líneas de recordatorio sobre su estado y la necesidad de recuperarla por su enorme valor patrimonial.
Pero, y entonces ¿Por qué adquiere la denominación de “Casa del Armiño”?
En los últimos años del s. XIX, tal y como indica Carrobles (2016) se generalizan los viajes relacionados con el turismo entre sectores cada vez más amplios de la sociedad, al principio de forma más pausada, pero, después de la I Guerra Mundial de forma vertiginosa debido en parte a la cada vez más numerosa clase media. España tardó en ver el potencial de este nuevo sector de la economía. En 1905 se crea, por fin, el primer organismo encargado en la difusión de los valores turísticos de nuestro país: la Comisión Nacional para el Turismo. Unos años más tarde, en 1911, con del apoyo personal del Rey Alfonso XIII y auspiciada por el marqués de la Vega Inclán, se genera una propuesta turística en torno al Museo del Greco de Toledo que tuvo una repercusión internacional y que desencadenó la celebración del III Centenario del Greco, despertando de su sueño a este magno artista.
Como expresa Carrobles, se crean para todos estos nuevos viajeros, escenarios capaces de atraer al mayor número de personas y Toledo, que acababa de sacar de nuevo a la luz la figura y obra de Doménikos Teotokopoulos, el Greco, no se quedó atrás; así, utilizando el nombre de quien tenía por fin resonancia en todo el mundo, se pone su nombre a espacios como “La Casa-Museo del Greco” que nunca fue su hogar, o “La Casa del Armiño”, en la que, los investigadores coinciden, nunca residió la familia del Greco.
Julio Porres Martín-Cleto en su artículo “Curiosidades toledanas” cuenta que Toledo siempre ha estado inmerso en historias románticas que apoyándose en puntos reales, daban lugar a leyendas que dejaban volar la imaginación como ocurrió con el Rey Moro de la Peña o El jardín del Armiño, hasta el punto que, en 1950 se añade una placa a la fachada indicando que allí vivió la familia del Greco.
¿Y por qué para relacionar el magnífico espacio que hoy ocupa el inmueble que nos viene interesando, utilizan el nombre del Armiño? ¿Qué relación tiene esto con El Greco?
La Dama del Armiño es una obra del s.XVI atribuida por muchos, negada por otros, a Doménikos Teotokopoulos. La mujer que aparece retratada, con una piel de armiño sobre sus hombros, podría ser Jerónima de las Cuevas, amante del pintor y madre de su hijo Jorge Manuel.
Una vez que se popularizó la Finca como “Casa del Armiño. Mansión de la familia del Greco” la cultura popular dio lugar al resto y se imaginaron pasadizos y puertas que unían esta casa con la del Greco para el encuentro de los amantes. Curiosamente, los únicos datos que reflejan donde podrían haber vivido estos dos personajes en los inicios de su relación, los sitúan en las Covachuelas, muy lejos de esta zona, entonces residencia de la nobleza toledana.
Durante el s. XX la casa aún dio mucho que hablar: en 1969 se filmaron algunas escenas de la película Tristana de Buñuel, en la calle San Clemente, viéndose al fondo la entrada de la Casa del Armiño (Toledo Olvidado, 2020). Los niños y niñas del barrio, jugaron durante años en el jardín asalvajado de esta casa, los vecinos comieron los frutos de sus árboles y en fin, formó parte en esos últimos años del día a día de las calles de esta ciudad, manteniendo siempre su halo mágico sobre los amores de Doménikos y Jerónima.
Durante el devenir de los siglos, la casa ha estado ligada, como hemos visto, a grandes familias, leyendas y nombres ilustres. Y nunca dejó de estarlo. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se hizo cargo del inmueble en el S. XX con el fin de que no entrara en mayor deterioro y a finales de los noventa fue vendida, por intercambio con una expropiación para la ampliación del Museo del Greco (siempre ligada a este personaje de la historia) a la familia Díaz Díaz, una rama de la sucesión de los fundadores del Grupo Navidul, que la rehabilitaron sacando de nuevo a la luz todo el esplendor de esta magna obra. Sus últimos propietarios, Erwan de la Villeón y Philippe de Saizieu la han convertido en una vivienda de uso turístico lo que ha permitido a la sociedad en general el disfrute de este lugar singular tan ligado a la historia.
Nuestro agradecimiento a Jesús Carrobles, Presidente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, por trazarnos el hilo conductor y mostrarnos las fuentes para poder contar esta historia.
Bibliografía/Webgrafía
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